Sobre como me va

Hay grandes noticias para el mundo: ¡¡¡HE APROBADO FÍSICA!!!

Es común que en los exámenes, los estudiantes vivan apariciones. Estas apariciones están estrechamente ligadas a los estudiantes que estudian (que no son todos, ni siquiera la mayoría), aunque de una forma compleja. Antes que nada, vamos a hacer una clasificación de los conocimientos:

1. No tienes ni puta idea.
2. Sabes bien de que va la cosa, no lo controlas todo, pero mayormente puedes defenderte en los problemas tipo, si hay suerte hasta podrías aprobar.
3. Dominas la materia, los apuntes están en tu cabeza, memorizados y comprendidos. Te haces los problemas tipo con la minga, y no tienes demasiado miedo a los nuevos problemas.
4. Eres el puto friki.

En mi carrera, y en otras similares, la aparición más común es la de El Negro. Este ente aparece habitualmente en el caso 3, posiblemente podría aparecer en el caso 2 (precedido por la situación en la que piensas que has tenido suerte en el examen), nunca en el caso 1. Hay rumores que dicen que en el caso 4 puede manifestarse, aunque nunca lo he comprobado, no he llegado a ese nivel. El Negro es un negro, que te la clava hasta atrás en forma de suspenso. Cuando El Negro actúa, lo hace rodeado de sorpresas. Con él de por medio, no hay reclamación que valga, simplemente estás jodido.

Por otro lado, tenemos a La Virgen. La Virgen se manifiesta únicamente en los casos 1 y 2. Su presencia es, por el contrario, muy muy placentera, nada dolorosa. Este ente también es conocido por la frase: "Qué suerte tienes, chaval", o en el lenguaje más vulgar: "Vaya puta potra tienes, tío".

La expresión facial de la víctima es diferente según la aparición. Cuando viene El Negro lloras como una nena. Sin embargo cuando es La Virgen la que viene a verte al examen, te conviertes en un gilipollas alegre que sonríe y va silbando por la calle, le gusta la vida, y saluda animosamente a los demás.

Aunque no está documentado, creo que en yo sufrí una experiencia diferente. Este ser, parecía completamente inocuo. Como poco, debo alegrarme de que no me jodiera. Él era palpable, corpóreo, hasta se sentó e hizo el examen en el mismo aula que yo. Quizá pasara desapercibido para los demás, pero yo lo vi claro, esas barbas, esa peluca... era Jesucristo. Cuando lo vi, pensé que su presencia debía ser benévola, y así fue, he aprobado como un cabrón erudito.

Esto me llena de orgullo y satisfacción, como al rey, pero por méritos propios. Física es una de las asignaturas más difíciles de mi carrera. En el examen podía verse un amplio abanico de edades, desde novatos con sus primeros pelos en el bigote, hasta hombres que juntan la barba con el pelo del pecho.

El horario que tengo este segundo cuatrimestre es acojonantemente bueno. No tengo clase los viernes, de martes a jueves tengo de 9:00 a 11:00, y solo los lunes estoy allí de 9:00 a 13:00. No veo límites en la cantidad de posibilidades que esto me ofrece. Para empezar, tengo que encontrar la combinación perfecta de horas que me permita estudiar todo lo posible, sin que me chupe la vida lentamente. Podría volver a hacer deporte, estoy hasta pensando en salir a correr... Todo el mundo sabe que correr es de cobardes, pero bueno, cuando tenga dinero podré volver a hacer deportes de valientes.

Y nada más, ahora toca salir del estado semiinconsciente que producen los carnavales y retomar el ritmo de vida habitual. Lo que peor llevo es volver a normalizar mis horas de sueño, el cabrón de mi cuerpo se empeña en activarse pasada la media noche, pero cuando saco los apuntes por la mañana me dice que me busque a otro, que él se quiere dormir. Yo le ataco apagando la luz por la noche y subiendo el volumen del despertador. Él actúa doliéndome. Hoy incluso se ha atrevido a reducir el flujo sanguíneo de la cara. Tranquilos, esta guerra la gano yo.